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Paros en la UNLP: 10 Medidas en un Año Afectan la Educación y Desatan Críticas

Con 10 paros en un año, la UNLP enfrenta interrupciones que impactan a 120.000 estudiantes, mientras se cuestiona el uso de esta herramienta como apriete político.

19 de mayo de 2025

La Plata, Argentina — La UNLP enfrentará un nuevo paro no docente el viernes 23 de mayo, el décimo en un año, afectando a 120.000 estudiantes y levantando cuestionamientos sobre el uso de estas medidas como presión política.

Un Nuevo Paro en la UNLP: El Décimo en 12 Meses

Los trabajadores no docentes de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), nucleados en la Asociación de Trabajadores de la Universidad Nacional de La Plata (ATULP), convocaron un paro para el viernes 23 de mayo de 2025, en reclamo de mejoras salariales y paritarias libres. Este será el décimo paro en un año, sumándose a las medidas de fuerza realizadas por docentes y no docentes desde mayo de 2024. Las acciones incluyen 48 horas en junio de 2024, 72 horas en agosto de 2024, 24 horas en septiembre de 2024, 48 horas en octubre de 2024, 24 horas en noviembre de 2024, 48 horas en febrero de 2025, 24 horas en marzo de 2025, 48 horas en abril de 2025, y 24 horas a principios de mayo de 2025, totalizando 30 días hábiles de interrupciones en el último año.

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Impacto en la Educación: 120.000 Estudiantes Afectados

Con más de 120.000 estudiantes y 17 facultades, la UNLP enfrenta serias interrupciones en su calendario académico. Los 10 paros registrados desde mayo de 2024 han generado la suspensión de clases en colegios preuniversitarios como el Liceo Víctor Mercante y el Colegio Nacional Rafael Hernández, así como el cierre de oficinas administrativas, afectando trámites esenciales como inscripciones y certificaciones. Según estimaciones, cada día de paro implica la pérdida de 1.500 horas de clase, lo que equivale a un mes lectivo completo en un año, comprometiendo la continuidad pedagógica y generando retrasos en los programas de estudio.

Estudiantes como Lucía Martínez, de la Facultad de Humanidades, expresaron su frustración: “Entendemos los reclamos, pero estamos perdiendo clases clave para los finales. No todos podemos recuperar el tiempo perdido”. Mientras tanto, la Federación Universitaria de La Plata (FULP) apoya las demandas laborales, pero pide alternativas como clases virtuales para mitigar el impacto, una solución que no siempre se implementa con éxito debido a problemas de conectividad y organización.

Una Herramienta Bajo Escrutinio: ¿Apriete Político?

Aunque los paros responden a demandas legítimas, como un desfasaje salarial del 40% frente a la inflación y recortes presupuestarios que redujeron el financiamiento de la UNLP en un 15% en 2025, su frecuencia ha levantado sospechas sobre su uso como herramienta política. Algunos analistas señalan que las medidas de fuerza, coordinadas por gremios como ATULP y ADULP, podrían estar siendo utilizadas para presionar al gobierno de Javier Milei en un contexto de tensión política, especialmente tras el veto a la Ley de Financiamiento Universitario en 2024. Estas acciones, que suelen incluir marchas de antorchas y carpas de protesta, generan visibilidad mediática, pero también alimentan el desgaste de las autoridades universitarias y nacionales, en un juego de poder que deja a los estudiantes como principales afectados.

Antecedentes de Conflictividad: Una Práctica Recurrente

Los conflictos laborales en la UNLP tienen un historial reciente. En junio de 2024, docentes realizaron un paro de 48 horas por la «licuadora salarial», que dejó los sueldos un 36% por debajo de la inflación. En octubre de 2024, una doble jornada de paro incluyó asambleas interfacultades y clases públicas, afectando a más de 90.000 estudiantes en una sola semana. Estas medidas, aunque justificadas por la crisis económica, han sido criticadas por su impacto desproporcionado en la educación pública, un pilar fundamental para miles de familias que dependen de la universidad como herramienta de movilidad social.

El Costo de la Repetición: ¿Quién Paga el Precio?

La repetición de paros, que suman 30 días hábiles en un año, plantea preguntas sobre su efectividad y su costo. Mientras los gremios buscan respuestas a una crisis salarial real, los 120.000 estudiantes de la UNLP enfrentan un calendario académico fragmentado, con retrasos que afectan su formación y futuro laboral. La herramienta del paro, históricamente un derecho de los trabajadores, parece estar perdiendo su capacidad de generar soluciones concretas, convirtiéndose en un mecanismo que, más allá de los reclamos, termina castigando a quienes menos responsabilidad tienen: los estudiantes que luchan por su educación en un contexto ya de por sí desafiante.

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